Paz y bien
Me he hecho fan de una cantante y compositora maravillosa, que me sabe a otoño. Cristina Rubio, pianista de emotividad y muy diferente en este mundo musical español.
Presenta en concierto este fin de semana su Disco "Stay" y te voy a compartir dos obras maestras, lo digo sin pudor. Ya le he dicho que si Norah Jones lo cantase habría vendido millones de discos:
Belive
The World You Live In
Y una amiga me compartió en estos días un mensaje de una monja dominica que dice que el otoño huele a Dios. La hermana Matilde.
¡Qué bueno, qué interesante! Te comparto el texto para que lo leas con buena música de fondo.
<<HUELE A DIOS
El otoño tiene un encanto especial, está lleno de una vivencia misteriosa y escondida, pero que se hace presente por el olor. Dirás: “¡Qué cosa más rara!”
Pues sí, en el otoño, de repente, un día notas que huele a Dios, y esto se repite mientras dura esta estación del año. ¡Todavía te parecerá más raro esto que digo!, pero yo soy testigo de ello y trataré de explicarlo.
Un día, sin saber cuándo, parece que la naturaleza siente sueño y quiere dormirse. Una brisa fresca, pero muy suave, hace amarillear las hojas de los árboles; las flores se ajan, dejan de estar lozanas y es como si perdieran su aroma. Todas las ramas se desnudan de su follaje y, en silencio, la savia que por todas partes daba vida, se va hacia las raíces y allí, calladamente, quiere dormir. Y todo lo que antes había sido engendrado por ella, la imita en este viaje “hacia adentro”, a lo más profundo de su ser.
Es muy bello ver que todo el paisaje cambia porque ha aparecido Alguien: el Señor, que todo lo llena y quiere que la naturaleza entera, pero especialmente el hombre, deje lo que es superfluo y haga un trabajo silencioso de pensar y sentir lo que es importante y duradero.
El sol del verano calienta a veces tanto la cabeza que no le deja a uno pensar; pero, en otoño, los pasos de Cristo por nuestra vida nos hacen ver lo que no vale y lo importante.
Por eso digo que ahora, al atardecer, todo huele a Dios. Es el buen olor de Cristo, el mismo que encontramos ante su Palabra, que, en esta época del año, notamos como más viva y eficaz, más poderosa para transformarnos a todos en mujeres y hombres de Dios. El otoño es la estación que nos habla de intimidad, y parece que todo nos invita a dejarnos hacer por Él, sin oponer resistencias, igual que la naturaleza…
¡Todo esto es muy bonito, y da paz y alegría profunda, no ruidosa!, ¿no te parece?
Hoy el reto del amor es que pares, al caer la tarde, y aspires el aroma de Dios, que quiere llevarte más y más a su intimidad y diálogo silencioso con Él. Hoy entra en tu interior y recibe el suave amor de Cristo que te inunda y te transforma.
VIVE DE CRISTO >>
El otoño tiene un encanto especial, está lleno de una vivencia misteriosa y escondida, pero que se hace presente por el olor. Dirás: “¡Qué cosa más rara!”
Pues sí, en el otoño, de repente, un día notas que huele a Dios, y esto se repite mientras dura esta estación del año. ¡Todavía te parecerá más raro esto que digo!, pero yo soy testigo de ello y trataré de explicarlo.
Un día, sin saber cuándo, parece que la naturaleza siente sueño y quiere dormirse. Una brisa fresca, pero muy suave, hace amarillear las hojas de los árboles; las flores se ajan, dejan de estar lozanas y es como si perdieran su aroma. Todas las ramas se desnudan de su follaje y, en silencio, la savia que por todas partes daba vida, se va hacia las raíces y allí, calladamente, quiere dormir. Y todo lo que antes había sido engendrado por ella, la imita en este viaje “hacia adentro”, a lo más profundo de su ser.
Es muy bello ver que todo el paisaje cambia porque ha aparecido Alguien: el Señor, que todo lo llena y quiere que la naturaleza entera, pero especialmente el hombre, deje lo que es superfluo y haga un trabajo silencioso de pensar y sentir lo que es importante y duradero.
El sol del verano calienta a veces tanto la cabeza que no le deja a uno pensar; pero, en otoño, los pasos de Cristo por nuestra vida nos hacen ver lo que no vale y lo importante.
Por eso digo que ahora, al atardecer, todo huele a Dios. Es el buen olor de Cristo, el mismo que encontramos ante su Palabra, que, en esta época del año, notamos como más viva y eficaz, más poderosa para transformarnos a todos en mujeres y hombres de Dios. El otoño es la estación que nos habla de intimidad, y parece que todo nos invita a dejarnos hacer por Él, sin oponer resistencias, igual que la naturaleza…
¡Todo esto es muy bonito, y da paz y alegría profunda, no ruidosa!, ¿no te parece?
Hoy el reto del amor es que pares, al caer la tarde, y aspires el aroma de Dios, que quiere llevarte más y más a su intimidad y diálogo silencioso con Él. Hoy entra en tu interior y recibe el suave amor de Cristo que te inunda y te transforma.
VIVE DE CRISTO >>
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